Celebrar la Democracia y los Derechos Humanos el mismo día tal vez sea
algo más que una mera coincidencia histórica para nuestro país, ya que
con el retorno a la democracia finalizaba el periodo más atroz de
violación sistemática de los derechos humanos.
Hace 31 años Raúl
Alfonsín asumía la presidencia de un país devastado, con miles de
desaparecidos, con nietos apropiados, económicamente saqueado, con la
industria destruida y con sus verdugos impunes.
En un acto de coraje democrático e inédito en el mundo, Alfonsín
decidió investigar, juzgar y condenar a los responsables de la más
cruenta etapa de nuestra historia, comenzaba así el juicio a las juntas
militares.
La soledad política, la falta de gobernabilidad y no
contar con el apoyo de una generación diezmada dejaron trunco al proceso
de memoria verdad y justicia, permitiendo las leyes de obediencia de
vida y punto final y luego los indultos.
Fueron las organizaciones
civiles y algunos pocos militantes los que mantuvieron viva la memoria y
la lucha por los derechos humanos en una Argentina condenada a la
amnesia colectiva y al saqueo, hasta que dos sobrevivientes de aquella
generación diezmada vinieron a proponernos un sueño, construir una
nación basada en la memoria, en la inclusión, en la justicia, en la
igualdad de derechos y el respeto por la diversidad.
Ese sueño, el
mismo por el cual murieron miles de compañeros y compañeras, poco a poco
en derechos, transformando a la Argentina en un faro de los derechos
humanos.
Es responsabilidad de nuestra generación defender este
legado de libertad, igualdad y diversidad, luchar por los derechos que
aún nos faltan y empoderar a nuestros jóvenes para nunca más vuelvan a
descender a aquel infierno.
[Victoria Montenegro]
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